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Viví en Capital Federal hasta febrero de 2012, cuando decidí volver Pergamino, mi ciudad natal y donde está todo lo que quiero.

Con E decidimos empezar a planificar el futuro y el primer paso era tener un HOGAR. Para eso necesitábamos un terreno y muuuucha paciencia. Después de muchos meses llegó la oportunidad y lo logramos. 

Pero una vez que comprás el terreno pensás... ¿y ahora cómo hago para construir una casa? Y he aquí lo más difícil. Difícil, claro, si no tenés plata! Y ese es nuestro caso. Así que primero pensamos en hacer un quinchito en el fondo como para tener un lugar para vivir y luego empezar a construir de a poco nuestra casa. Sin embargo, ante la posibilidad de un préstamo, dejamos ese proyecto de lado y empezamos el proyecto de la casa completa con una amiga arquitecta.

El plano de la casa cambió muchísimas veces, siempre adaptándose a nuestras necesidades y gustos. Parece que nada es fácil, pero es así! Y por eso hay que negociar, priorizar y resignar. Todo no se puede. Y más allá de las opiniones y preferencias que uno puede tener, siempre hay que pensar en mil cosas para que la casa pueda adaptarse a ampliaciones, hijos, luz, frío, calor, sol, etc. Llega un momento en que no sabés cuál es el último plano, ni qué cambios hiciste, ni qué le tenés que decir a la arquitecta que querés cambiar. Pero aseguro que cuando tenés el final, es emocionante y sos feliz, al menos cuando no pensás en cuánto te falta para ver ese plano materializado.

Tengo muchas ganas de escribir. Quiero contar todo. Aunque nadie me lea. Porque me sirve para darme cuenta la suerte que tengo. Cuando estás tan metida en presupuestos, límites, elecciones que parecen de vida o muerte, no lo disfrutás. Pareciera ser que es todo malo y que nunca vas a lograr el objetivo. Sin embargo cuando escribo y veo por lo que pasé, siento que me sobran motivos para festejar y para motivarme para seguir adelante y disfrutar de esta etapa, que si bien es estresante y agotadora, es única.